Invertir No Era Para Mí, Así Que Lo Hice Mío

Cómo una apuesta de $500, un cambio de mentalidad durante la pandemia, y muchos días en rojo reescribieron toda mi relación con el dinero.

Crecí pensando que invertir era una estafa. Un grupo de hombres blancos mayores en trajes, especulando en la bolsa de valores (Stock Market) con dinero que podían permitirse perder. De donde yo vengo, no se "invertía". Se sobrevivía. Los sueldos se estiran. Se hacía que alcanzara.

Hola, soy Cindy, fundadora de R.O.S.C.A., hacemos tus tandas y cundinas más inteligentes, seguras y construidas para esta generación.

Hoy, invertir no es solo algo que hago. Es parte de cómo estoy financiando mi negocio, asegurando mi futuro, y construyendo la vida que siempre quise. Pero no fue de la noche a la mañana. Fue de manera desordenada, y hoy voy a contarlo todo.

🌶 Mis primeras lecciones sobre “Para quién es invertir”

🌶 2013: ¡Twitter, allá voy!

🌶  Aprendiendo, finalmente, de personas que se parecían a mí

🌶 Qué hago realmente cuando la bolsa sangra

🌶 ¿Debería importarte a ti, y a nosotros?

🌶  Latiné Spotlight de la semana 👀

Vamos a ello ⬇️

Mis primeras lecciones sobre “Para quién es invertir”

En sexto grado, mi maestro nos hizo elegir acciones del Wall Street Journal y seguirlas cada semana. Esto fue antes de los smartphones, antes de las apps, solo periódicos y muchos números confusos. Elegí una compañía al azar y veía sus pequeños números subir y bajar sin entender nada.

En ese entonces, no creía que invertir fuera para gente como yo. Se sentía como un lenguaje secreto, reservado para quienes nacieron en los códigos postales “correctos”, las escuelas “correctas”, las familias “correctas”.

Así que, naturalmente, no se sentía real para mí.

2013: ¡Twitter, allá voy!

Años después, en 2013, mi esposo me sugirió invertir algo de dinero en las acciones nuevas de Twitter. Le di $500. Esperé que pasara la magia. No pasó nada. La acción apenas se movía, y mi emoción se convirtió rápidamente en frustración. Pedí que me devolviera el dinero, sintiendo que había cometido un error, o que si era una estafa.

Me tomó años darme cuenta: invertir no son fuegos artificiales. No es rápido. Es lento, constante, paciencia deliberada, del tipo que nadie glorifica.

Y nadie puede hacerlo por ti. Tienes que adueñarte tú mismo.

Aprendiendo, finalmente, de personas que se parecían a mí

Durante la pandemia, por fin me puse seria. Encontré el curso Wealth Warrior de Linda Garcia, un programa creado específicamente para que la comunidad latina aprendiera a invertir.
Cambió todo. Encuentra su libro aquí.

Por primera vez, invertir no se explicó con números y gráficas. Se explicó con historias que se sentían como en casa.
Linda comparó ser dueño de acciones con ser dueño de un rancho (en sus palabras: la hacienda de tu abuelita llena de árboles frutales):
No vendes el terreno. Cosechas los frutos que crecen. Así es como ella pintó el mercado de valores.

Esa metáfora se quedó conmigo de una forma que ningún asesor financiero logró antes. Se trataba de plantar raíces y quedarse el tiempo suficiente para verlas crecer.

Qué hago realmente cuando la bolsa sangra

Todavía reviso mi cuenta de corretaje cada mañana a las 6:30 AM. Viejas costumbres.

Pero cuando los números se tornan rojos, no vendo en pánico. No huyo.

En cambio, hago “zoom out”. No me enfoco en cuánto baja el valor en dólares, me enfoco en cuántas acciones estoy comprando.

Cuando una acción en la que confío pierde valor, aprovecho para comprar más. Aunque continúe bajando. Aunque resulte incómodo. Mantengo mi estrategia de compra.

Eso requiere mucha fortaleza mental: poner $100 y verlos caer a $50 en segundos.
Pero el punto es que ahora tienes más acciones dentro de esa compañía.

Cuando el mercado está en rojo, me hago una sola pregunta: ¿Sería feliz teniendo más de esta compañía si no pudiera vender por cinco años?

Si la respuesta es sí, compró. Si no, me quedo fuera. Así de simple.

P.S.: Ahora mi esposo dice que tengo talento natural para esto. Al fin y al cabo, una ganancia es una ganancia, ¿verdad?🤭

¿Debería importarte a TI, y a nosotros?

De niños, pocos de nosotros escuchábamos hablar de inversiones durante la cena familiar. No porque no nos importara, sino porque en casa la prioridad era simplemente salir adelante.

Ahorrar ya parecía un privilegio. Invertir, algo reservado para otros.

Mientras tanto, la riqueza seguía acumulándose, pero no en nuestras comunidades.

Hoy, esto tiene que cambiar. Los latinos estamos creando empresas a un ritmo sin precedentes. Nuestro poder adquisitivo aumenta año tras año. Sin embargo, nuestra riqueza sigue quedando atrás.

Si no comenzamos a multiplicar lo que ganamos, otros seguirán aumentando su patrimonio mientras nosotros permanecemos atrapados en modo supervivencia.

No se trata solo de ti o de mí. Se trata de la próxima generación que nos observa, de asegurar que los sacrificios de nuestras familias no terminan solo en subsistir, sino en construir patrimonio y seguridad.

El alma de The Mujerista, una plataforma nacida para latinas hartas de que otros se apropiaron de nuestras experiencias

Criada en Miami por inmigrantes cubanos, Marivette creció observando cómo comunidades enteras podían ser invisibilizadas, y el poder transformador de contar nuestras propias verdades con voz propia.

Al crear The Mujerista, no buscaba simplemente fundar un medio. Buscaba dar visibilidad, infundir orgullo y reclamar poder.

La misión de Marivette es contundente: garantizar que la próxima generación de latinas crezca viendo figuras de liderazgo, ambición y éxito que se les parezca, sin necesidad de pedir permiso para existir.

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