El verdadero obstáculo para mis ahorros (y cómo lo superé)

Guía para los primeros en tu familia: Cómo liberarte de la culpa, poner límites sanos y crear ahorros que realmente duren.

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Enfoquémonos en ahorrar. 

No en inversiones. No en presupuestos. Solo en ese acto discreto de reservar un poco y tener fe en que estará disponible cuando lo necesites.

No me crié con una cultura de ahorro. Me crié observando cómo la gente estiraba cada centavo al máximo. Haciendo que todo durará más. Diciendo "sí" aunque apenas alcanzará. Por eso es natural que, por mucho tiempo, ahorrar me pareciera un acto de egoísmo. Como si estuviera priorizando a mí misma por encima de mis seres queridos.

Si esto te resulta conocido, esta edición va dedicada especialmente a ti.

Hola, soy Cindy, fundadora de R.O.S.C.A., hija de inmigrantes y alguien que tuvo que aprender a ahorrar sin culpa. Hoy comparto el trabajo emocional detrás de ese cambio, mi sistema de ahorro nada sofisticado y la única regla que me ayuda a decir no cuando más importa.

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🌶 La primera vez que ahorré y por qué no duró

🌶 El obstáculo emocional que nunca identifiqué

🌶 Mi configuración actual de ahorro

🌶 La regla que protege mi paz

🌶 Una forma tradicional que ha resistido el paso del tiempo

🌶 Destacado Latiné de la semana 👀

Vamos a ello ⬇️

La primera vez que ahorré y por qué no duró

Cuando era muy pequeño, vi a un abuelito en la televisión explicando lo que significaba ahorrar. Le dijo a la niña: "No tienes que gastar todo lo que toque tus manos, mija. Algunas cosas están destinadas a esperar." 

No lo entendí completamente, pero me encantó la idea. Así que encontré un frasco viejo de plástico, le pinté algunos corazones y lo llamé mi alcancía.

En menos de una semana, lo rompí para comprar dulces.

No pude resistirme. Y siendo sincero, ¿ese se convirtió en mi patrón habitual.

Durante mucho tiempo, ahorrar se sentía como algo temporal. Como algo bonito que intentas, pero no algo que realmente perdura. 

Era un pequeño juego al que jugaba hasta que surgía otra cosa, o alguien necesitaba ayuda, y termina regalándole todo.

El bloqueo emocional que no sabía que tenía

Nunca pensé que fuera irresponsable con el dinero. Simplemente no creía que los ahorros fueran para gente como yo, o para personas que envían dinero a casa; o para quienes se sienten culpables al decir que no.

Confundí la generosidad con la disponibilidad.

No me di cuenta que debajo de todo había un miedo. Que si dejábamos de decir sí, dejaríamos de ser útiles. Y tal vez incluso dejaríamos de ser amados.

Me tomó mucho tiempo entender que ahorrar no es egoísta. Es cómo nos mantenemos estables. Es cómo estamos presentes para los demás sin perdernos a nosotros mismos en el proceso.

Mi configuración actual de ahorro

Solo tengo una cuenta de ahorros. Eso es todo.

Pero en mi mente, la divido en tres partes:

  • Estabilidad: hipoteca, facturas, lo básico

  • Bienestar: gimnasio, descanso, cosas que me recargan

  • Espontaneidad: alegría, celebraciones, lo inesperado

Comencé apartando una pequeña cantidad cada semana. Lo suficientemente pequeña como para no estresarme, lo suficientemente grande como para significar algo. Lo automaticé y no lo toqué. Poco a poco, se convirtió en un hábito. Luego se convirtió en seguridad.

La regla que protege mi paz

Una vez que la gente sabe que "te va bien", comienzan las preguntas. La renta. La comida. ¿Me puedes prestar solo hasta el viernes?

Durante años, quizás digas que sí. Porque sabemos lo que es no tener y queremos ser alguien con quien la gente pueda contar.

Pero el costo se acumuló. Pagos retrasados. Ahorros desaparecidos. Estrés que no admitimos en voz alta.

Sin embargo, tengo una regla para aquellos que les cuesta decir que no: si no está en tu presupuesto de "dar" (las únicas personas a las que ayudo son mis padres, pero ellos nunca piden), espera 48 horas antes de responder. Si después de ese tiempo todavía se siente correcto, ayuda. Pero si no, explica por qué.

Esta simple pausa puede proteger tu paz financiera más que cualquier aplicación o presupuesto jamás podría.

Una forma tradicional que ha resistido el paso del tiempo

Antes de tener mi propia cuenta bancaria, observaba cómo mi madre participaba en tandas.

Semana tras semana, entregaba su parte. Y cuando le tocaba recibir, ese dinero nos permitía cubrir facturas pendientes, comprar materiales para la escuela o simplemente vivir con un poco menos de angustia.

No tenía nada de sofisticado. No siempre salía perfecto. Pero funcionaba, porque estaba cimentado en la confianza mutua.

Tiempo después, cuando batallaba intentando ahorrar por mi cuenta, recordaba aquella experiencia.

Cómo el ahorro se vuelve menos solitario cuando se comparte con otros.

Por eso fundé R.O.S.C.A.

Para rescatar esa sabiduría de nuestras madres y abuelas... y adaptarla a nuestras necesidades actuales.

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Educadora financiera latina, fundadora de "The First Gen Mentor" y referente para personas de primera generación que aprenden a ahorrar sin culpa.

Gigi, antigua profesional de Wall Street, se dedica ahora a ayudar a latinos de primera generación a liberarse de creencias financieras nocivas, desarrollar hábitos de ahorro duraderos y transformar las narrativas con las que crecieron. 

Su contenido es sólido, empático y sorprendentemente sincero sobre la carga emocional que el dinero puede representar, especialmente cuando siempre has sido "la responsable".

Conversa sin tapujos sobre la culpa, los límites económicos y la presión de mantener a la familia, incluso cuando todavía estás buscando tu propia estabilidad.

📲 Síguela → @gigithefirstgenmentor

Palabras finales para mis queridas Metiches 

Ponle nombre a tus ahorros. Dales un propósito. Conviértelos en un refugio acogedor, no en otra obligación que cumplir.

Y cuando la culpa aparezca, porque aparecerá, recuérdate:

Mereces estabilidad, no solo sobrevivir día a día. Mereces reservar algo para ti misma.

Besitos y límites,
Cindy 💗

¿Qué hace tan complicado mantener un ahorro regular?

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