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La trampa de las tarjetas de crédito de la que nadie me advirtió
Cómo rompí el ciclo, establecí nuevas reglas y finalmente tomé el control.


Vamos a hablar sobre un tema que muchas veces no nos enseñan a manejar adecuadamente: el crédito, las deudas y los límites financieros, junto con los patrones de comportamiento que desarrollamos desde temprana edad.
Cuando obtienes tu primera tarjeta de crédito siendo joven, puedes sentir un poder enorme. Imagínate tener 18 años, sin trabajo estable, sin ahorros, y de repente alguien te ofrece $500 de crédito. Es tentador aceptar y gastar hasta el límite.
Y luego viene una segunda tarjeta, y también la llevas al máximo. Este ciclo puede repetirse varias veces a lo largo de los años, llegando incluso hasta los treinta sin que nadie te explique claramente que esto no es dinero gratuito, sino dinero prestado que viene con un costo significativo.
Es importante entender que el crédito es una herramienta financiera que, usada responsablemente, puede ser beneficiosa, pero sin la educación adecuada, puede convertirse en una trampa que nos acompaña durante muchos años.
Me llamo Cindy y soy la fundadora de R.O.S.C.A. Hoy quiero compartir contigo algo muy personal: el cambio fundamental en mi forma de pensar que me ayudó a salir adelante, las tres reglas que ahora sigo en mi vida financiera, y te contaré sobre esa parte del camino que, sorprendentemente, resultó ser incluso más complicada que la deuda misma.

🌶 El ciclo que no podía ver
🌶 El cambio de mentalidad que lo cambió todo
🌶 Tres reglas que me ayudaron a reconstruir
🌶 Lo más difícil no fue la deuda
🌶 Destacado Latiné de la semana 👀
Vamos a ello ⬇️
El ciclo que no podía ver
Ahora que miro hacia atrás, todo es tan evidente.
Caía en el mismo patrón una y otra vez: conseguía una nueva tarjeta, la usaba para sentirme en control o para consolarme, me prometía a mí misma que la salvaría "el mes que viene", y al final terminaba haciendo solo los pagos mínimos mientras los intereses crecían silenciosamente a mis espaldas.
En realidad, utilizaba el crédito como un escape emocional. Cuando las cosas se ponen difíciles, recurre a las tarjetas. Y esto no es casualidad, crecí inmersa en esa cultura estadounidense donde vivir endeudado es prácticamente la norma. En Estados Unidos, muchas personas viven al límite económicamente y dependen constantemente del crédito, no solo para emergencias, sino como parte de su día a día, tratando de mantener un delicado equilibrio entre la supervivencia básica y conservar cierta dignidad o apariencia social.
Este enfoque explica más claramente cómo el endeudamiento está normalizado en la cultura estadounidense, donde usar crédito no es solo una solución temporal sino un estilo de vida común que se transmite generacionalmente.
El cambio de mentalidad que lo cambió todo
El cambio que transformó mi vida no ocurrió durante una gran crisis financiera. Curiosamente, llegó en un momento de calma, cuando simplemente me sentí agotada por la situación.
Estaba harta de la monotonía de ese ciclo interminable. Me cansé de seguir pagando por cosas que ya ni recordaba haber comprado. Me frustré al ver que mi estabilidad económica parecía siempre estar a la vuelta de la esquina, pero nunca llegaba realmente.
Y fue entonces cuando finalmente comprendí algo fundamental:
El crédito no es dinero propio, es simplemente acceso temporal al dinero de otros. Y a menos que seas estratégica en su uso, ese acceso tiene un precio mucho más alto del que imaginas.
Una vez que interioricé esta verdad, entendí que necesitaba desarrollar un sistema completamente diferente para mí. Un sistema basado en la transparencia y la claridad, no en la culpa y el remordimiento.
Las 3 reglas que me ayudaron a reconstruir
Estas son las tres reglas sencillas pero transformadoras que empecé a aplicar en mi vida y que sigo manteniendo hasta hoy:
✅ Adiós a las tarjetas de tiendas - Antes caía constantemente en aquellas ofertas tentadoras de "obtén 20% de descuento en tu primera compra", convenciéndome de que estaba ahorrando. La realidad es que estas tarjetas solo me hundían más en el ciclo de deuda. Ahora, por más atractiva que parezca la promoción, simplemente digo "no, gracias" sin pensarlo dos veces.
✅ Una única tarjeta de crédito personal - Antes pensaba que tener múltiples tarjetas me daba libertad y opciones. Lo que realmente hacían era facilitarme perder el control, esconder mis malos hábitos financieros de mí misma y sentirme abrumada. Actualmente, centralizo todo en una sola tarjeta, lo que hace mucho más sencillo administrar mis gastos, darles seguimiento y, lo más importante, pagarlos.
✅ Pago completo cada mes - Si no puedo pagarlo todo al final del mes, simplemente no uso la tarjeta. Así de simple. Y en esas ocasiones excepcionales donde tengo que dejar un saldo pendiente, lo trato como lo que realmente es: una emergencia, no una práctica habitual. Esta regla por sí sola me ha permitido ahorrar miles de dólares en intereses innecesarios.
Lo más difícil no fue la deuda
Cuando la gente nota que estás progresando económicamente y "te va bien", empiezan a surgir las peticiones de dinero. Al principio son sutiles, pero luego se vuelven cada vez más frecuentes.
Una amiga que no llega a completar el alquiler este mes.
Un compañero de trabajo que necesita "un préstamo".
Alguien que te pide ser su aval, "solo por esta vez".
Durante mucho tiempo, siempre decía que sí. Lo hacía porque entendía perfectamente esa situación. Sabía lo que era necesitar ayuda y no saber a quién recurrir. Y siendo sincera, me gustaba ser esa persona de confianza para los demás.
Sin embargo, poco a poco fui notando el impacto en mi propia economía. Aparecían saldos en mis tarjetas que no podía liquidar. Gastos importantes para mi negocio que seguía retrasando. Momentos en que ayudar a otros significaba sacrificar mi propia estabilidad financiera.
Me llevó años comprender que decir "no" no significa que no te importan los demás. A veces significa que estás intentando construir algo sólido y duradero, tanto para ti como para las personas que realmente quieres.


Janel Martinez creó "Ain't I Latina?", una plataforma digital que se ha convertido en un verdadero hogar para las mujeres afrolatinas, quienes históricamente han sido invisibilizadas tanto en los medios tradicionales como dentro de los espacios latinoamericanos.
Con raíces garífunas hondureñas y criada en el Bronx, Janel desarrolló este proyecto como respuesta a esa falta de representación, buscando desafiar la exclusión sistemática y crear un espacio donde las historias afrolatinas pudieran brillar con toda su riqueza y complejidad. Lo que inicialmente nació como un simple blog pronto evolucionó hasta convertirse en un valioso archivo cultural donde la alegría, los matices y las experiencias vividas toman protagonismo.
A través de conversaciones profundas, reflexiones personales y comentarios que no temen romper tabúes, Janel está contribuyendo a reescribir la narrativa sobre la identidad afrolatina. Porque para ella, la verdadera representación no consiste simplemente en aparecer en los medios, sino en ser retratada con autenticidad y precisión.
📲 Síguela → @janelmwrites | aintilatina.com
Palabras finales para mis queridas Metiches
Si algo he aprendido mientras desafié mis viejos patrones financieros es esta verdad fundamental: los límites no son barreras, son protectores de tu tranquilidad.
No necesitas seguir las reglas que otros han establecido, pero sí es crucial que definas las tuyas propias. Te invito a que hagas una pausa ahora mismo. Reflexiona y escribe cuál es ese principio financiero al que no estás dispuesta a renunciar bajo ninguna circunstancia.
Colócalo en un lugar visible: en la puerta del refrigerador, en la primera página de tu diario, o incluso en tu frente si es necesario (sin juicios aquí). Porque cuando la vida se complique, y créeme que lo hará, esa regla personal será tu ancla en medio del caos.
Y permíteme decirte algo importante: No estás atrasada en este camino. Y lo estás haciendo mucho mejor de lo que imaginas.
Besitos y límites,
Cindy 💗
¿Cuál es la parte más difícil personalmente al manejar el crédito? |